Durante el periodo de los 3 a los 5 años, los niños empiezan a plantearnos un montón de dudas en su afán por entender el mundo. Esta es la conocida etapa del «por qué». Algunos niños son incasables preguntando y a veces nos vemos metidos en atolladeros con preguntas incómodas que no sabemos cómo responder, por ejemplo: ¿Cómo nacen los bebés? ¿Te vas a morir? ¿Qué son las drogas?
¿A qué edad me pueden sorprender con su artillería?
Entre los tres y los seis años comienza la etapa de grandes avances en el desarrollo del pensamiento del niño. Los pequeños necesitan generar conocimientos sobre el mundo que los rodea y poner estos en orden para aumentar su sentimiento de seguridad en el entorno.
¿Por qué a los padres nos incomodan estas preguntas?
Nadie nos prepara para esta etapa tan maravillosa y curiosa de nuestros hijos. Posiblemente, si pensamos en la respuesta que nos dieron nuestros padres, lleguemos a un “no tienes la edad para saberlo” o “ya lo sabrás cuando seas mayor”. Se ha visto que este tipo de frases cortantes no favorecen la comunicación, además de que es posible que el tema en cuestión sea algo que realmente genera angustia en el niño, por lo que no resolverle las dudas le causará todavía mayor incertidumbre e intranquilidad.
¿Cómo podemos salir airosos de sus embarazosos interrogantes?
A continuación, ofrecemos unas pequeñas pautas a tener en cuenta para responder a las preguntas incómodas de nuestros hijos:
- Intenta responder con la misma espontaneidad
Muchas veces estas preguntas pueden dejarnos aturdidos y es difícil responder con naturalidad. Si esto ocurre, una opción es decirle al niño que nos espere un momento mientras juega y que enseguida volvemos para responder su duda. Esto nos dará un momento para pensar con claridad, relajarnos y encontrar un tono de voz suave y pausado con el que contestar adecuadamente.
- Buscad juntos la respuesta
Es posible que no sepamos la respuesta a su pregunta. Seamos francos: no somos un pozo sin fondo de sabiduría. Podemos decir: “Pues, cariño, mira, esto no lo sé. Pero podemos buscar la respuesta juntos”. Un libro ilustrado o incluso un vídeo de internet adecuado a la edad del niño (la tecnología puede ser nuestra aliada en algunas ocasiones) nos pueden ayudar.
- Escucha la opinión de tus hijos
No vale dar una respuesta y desaparecer huyendo de más preguntas. Ahora es momento de preguntarles qué saben sobre el asunto en cuestión y qué opinan al respecto. Seguramente disfrutemos mucho escuchando sus respuestas, ya que a estas edades la inocencia, la creatividad y la imaginación son desbordantes.
- No des grandes explicaciones, limítate a su pregunta y edad
Por ejemplo, si el pequeño pregunta de dónde vienen los bebés, no le vamos a explicar en qué consiste la ovulación. Es importante ser conciso con la respuesta, pues si proporcionamos información de más, la conversación puede acabar en un sinfín de preguntas, en el que lo más seguro es que terminemos sin respuestas y junto a un niño con más dudas que al principio. Debemos responder, pero siempre con información adaptada a su edad.
- Di siempre la verdad
Ser deshonestos para evitar enfrentarnos a una pregunta incómoda puede derivar en molestias y contradicciones futuras. Es mejor dar una respuesta sencilla, pero sincera, que utilizar metáforas, pensamiento mágico o mentiras.
En realidad, las «preguntas incómodas» no existen: solo hay cuestiones a las que no sabemos cómo responder de la manera más adecuada para los más pequeños. El sentido del humor, el reconocer que no podemos o sabemos responder en ese momento, o el utilizar las preguntas retóricas nos pueden ayudar a convertir una pregunta incómoda en una oportunidad de aprendizaje.
Úrsula Perona
Psicóloga infantil